22 de marzo de 2008

EL DERECHO A UNA MUERTE DIGNA

La justicia francesa denegó a una mujer desfigurada por un tumor irreversible que le provoca dolores atroces el derecho a la eutanasia. Chantal Sébire, madre de tres hijos, pedía el derecho de “morir dignamente, rodeada de los suyos”.

El fiscal de la República había pedido la "inadmisibilidad" de la solicitud de la paciente, "visto el estado actual de la ley", alegando que el derecho francés asimila la ayuda al suicidio al delito de no asistencia a una persona en peligro.

El sufrimiento de esta mujer, madre de tres hijos, conmocionó a la opinión pública francesa en las últimas semanas e incluso generó polémica en el seno del gobierno.

Profesora de 52 años, Sébire padecía estesioneuroblastoma, un tipo de cáncer muy raro en las fosas nasales que le había desfigurado por completo el rostro. Luchó durante ocho años contra este tumor doloroso, que además le había destruido el sentido del olfato, del gusto y además le causó ceguera. La quimioterapia no había conseguido detener el avance de la enfermedad.
Tres días después de la decisión inhumana del fiscal, Chantal fue hallada muerta en su vivienda sin que hasta el momento se conozca la causa del fallecimiento.
Sin embargo, el presidente conservador Nicolas Sarkozy rechazó cualquier reforma de la ley encaminada a permitir la eutanasia.

Como siempre la Iglesia mete sus narices en el asunto criticando a los defensores de la eutanasia: "¿Alguien puede decir que la de Jesús no fue una muerte digna?”. Esa pregunta lanzó ayer el arzobispo emérito de Pamplona, Fernando Sebastián, probablemente picado por el recentísimo caso de la francesa.

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